miércoles, 28 de julio de 2010

Oracion por nuestra vocacion franciscana



Al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia (40), al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica»”. (1C 22)



Francisco escucha el Evangelio del envío de los apóstoles en la iglesia de la porciúncula y se descubre llamado a vivir ese estilo de vida evangélica. Este momento culmina un proceso de búsqueda vocacional, donde finalmente encuentra un proyecto de vida concreto que satisface los anhelos y deseos más profundos que Dios puso en su corazón. Todos nosotros hemos vivido un proceso semejante cuando comenzamos nuestra aventura vocacional, un momento peculiar donde vimos todo claro y nos decidimos. Ese momento de nuestras vidas conviene tenerlo presente para responder siempre a las preguntas: ¿Qué quiero? ¿Qué busco? ¿Qué deseo poner en práctica?



Vivir el Evangelio es la respuesta que encontró Francisco y es lo central en nuestra vocación: “La regla y vida de los Hermanos Menores es ésta, a saber, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (1R 1). Guardar el Evangelio es la fuente de la cual nace la fraternidad y la vida minorítica, en cualquiera de sus manifestaciones y lugares donde se desempeña. Si bien esto lo sabemos de memoria, es siempre bueno recordarlo y tenerlo como centro de nuestra vida franciscana. De esta forma podemos comunicarlo a los demás en palabras simples y también en actos concretos, ya que es algo que se debe poner en práctica a través de la meditación del Evangelio y en el amor que nos tenemos como hermanos.

Esta vivencia es lo que se debe comunicar a los jóvenes, con la predicación del Evangelio y el testimonio gozoso de nuestra vida, como decía G. Bini, “el mejor medio del Cuidado Pastoral de las Vocaciones es el trato directo de los jóvenes con hermanos felices de su vocación y de su opción como Hermanos Menores”.



En la Porciúncula fue recibida la Hermana Clara de Asís, donde valientemente hizo una opción radical de dejar su casa y consagrarse a Jesucristo. Aquí Francisco recibe a los seglares y destina este lugar a todos los fieles que desean convertirse y encontrar la gracia del perdón. De aquí nace la gran devoción franciscana a la Virgen María, en fin, la porciúncula representa para la Familia Franciscana el lugar sagrado donde Dios ha revelado nuestra vocación religiosa.



Es por eso que en torno a esta fiesta de la porciúncula nosotros como provincia estamos llamados a revisar nuestra vocación, renovar nuestro compromiso y buscar la conversión. Alrededor de esta fiesta estamos llamados a realizar una “Semana Vocacional Franciscana”, una semana de oración por las vocaciones a la vida franciscana, tanto seglares como religiosas, una semana para compartir nuestro testimonio y proyecto de vida, y para pedir la colaboración económica en una colecta por las vocaciones franciscanas.



Los invitamos hermanos a reflexionar y renovar nuestra vocación, a comunicar a otros esta alegría, a celebrar esta fiesta en fraternidad y con el pueblo de Dios. Que no sea tanto una fiesta penitencial donde “ya nadie viene” como dicen algunos, sino que presentémosla también como una gran fiesta vocacional, que invita a vivir el Evangelio en conversión y fraternidad y formar un gran templo espiritual que irradie al mundo.




Vocación Franciscana